Importancia de su trabajo

Evans fue la primera mujer en obtener un puesto en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA)dentro de la División dedicada a los productos lácteos frescos. Tres años más tarde se convirtió en la primera mujer en obtener un contrato fijo en el USDA. Su labor era realizar análisis bacteriológicos de la leche y quesos. En esos años se pensaba que la leche y los derivados lácteos eran mucho más nutritivos cuanto más frescos y menos manipulación hubieran sufrido. Sus resultados mostraban algo muy distinto. La leche fresca estaba llena de microorganismos provenientes de las ubres de las vacas.

Siguiendo su estela, Evans consiguió demostrar en 1917 que el consumo de leche fresca de vacas infectadas podía transmitir la bacteria Bacillus abortus y causar las fiebres de Malta en humanos. Era la primera vez que se demostraba que una misma bacteria podría causar enfermedades distintas en humanos y en animales y por ello su descubrimiento fue recibido con mucho escepticismo.

Alice Evans fue una de los varios investigadores que durante esos años consiguieron demostrar que Micrococcus melitensis, la bacteria aislada por Bruce, era muy similar a Bacillus abortus, el microbio encontrado por Bang.

En 1918 Alice Evans consiguió un puesto en el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Allí trabajó en la pandemia de la llamada gripe española, pero no abandonó su trabajo con Brucella. Comprobó que la pasteurización de la leche conseguía destruir al patógeno sin alterar sustancialmente sus propiedades nutritivas. Así que recomendó que se utilizase el proceso de pasteurización tanto para la venta de leche como para la elaboración de quesos, pues de esa forma se evitarían numerosos casos de fiebres de Malta.

En 1925 fue nombrada miembro del Comité que debía estudiar el aborto infeccioso en el ganado. Posteriormente en 1928, fue nombrada presidenta de la Sociedad Americana de Bacteriólogos (la actual Sociedad Americana de Microbiología o ASM). Era la primera vez que una mujer ocupaba dicho puesto.

En 1930, fue elegida como una de los dos delegados estadounidenses enviados al Primer Congreso Internacional de Microbiología celebrado en París. En dicho congreso sólo había dos mujeres, ella y la científica rusa Lydia Rabinovich. 

En 1934, el Colegio Médico de Pennsylvania le concedió una licenciatura honoraria. En 1936 volvió a repetir como delegada estadounidense en el Segundo Congreso Internacional de Microbiología en Londres y fue nombrada Doctor Honoris Causa por el Wilson College de Pennsylvania y por su Alma Mater, la Universidad de Wisconsin. 

Entre los años 1945 y 1957 fue presidenta honoraria del Comité Inter-Americano para la Brucelosis.

En 1983 la ASM estableció los premios que llevan su nombre.


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